X CONGRESO INTERNACIONAL DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
Teruel, 14-17 de Septiembre de 2010

MENTE Y CUERPO.
PARA UNA ONTOLOGÍA DEL SER HUMANO



COMUNICACIONES
Sección comunicaciones 5A

“La Escuela de Madrid y la trayectoria antropológica en el pensamiento español contemporáneo”
Coord. Jesús Díaz (UNED)

9,30 h. – 11,30 h.
Salón de Actos Vicerrectorado

La radicalización de la antropología de Xavier Zubiri que hace Pedro Laín Entralgo.
Francisco Roger Garzón (Universitat de València)
Documento sin título

Introducción

 

          En varios lugares de su obra lleva a cabo Laín Entralgo una radicalización

de la antropología de Xavier Zubiri al que considera su maestro y su gran amigo.

         Es una radicalización desde la fidelidad a Zubiri, radicalizando la teoría cosmológica y antropológica zubiriana, para avanzar un espacio en la línea de pensamiento.

El motivo remoto es la superación del dualismo cuerpo y alma- y el materialismo tópico al uso en la idea de la realidad humana. El motivo próximo es la publicación en el año 1989 del libro Estructura dinámica de la realidad de Xavier Zubiri y también de otro libro suyo Sobre el hombre (1986), que le mueven a radicalizar el pensamiento zubiriano.

Fruto de esta intención son dos libros que escribe Pedro Laín Entralgo, Cuerpo y alma de 1993 y Alma, cuerpo, persona de 1995, que: “Exponen el resultado de este ambicioso empeño”. En estos dos trabajos propone una visión de la realidad del hombre de acuerdo con los resultados de la ciencia y la filosofía más actual, que a su juicio supera el dualismo materia-espíritu y el materialismo vulgar. Esta nueva posición constituye el núcleo fundamental de la última filosofía de Pedro Laín o como nos gusta llamar “el último Laín”.

La radicalización de la antropología de X. Zubiri

Hace Pedro Laín una breve síntesis de esta radicalización zubiriana en dos lugares de su obra, en su libro Ser y conducta del hombre (1996)[1], en concreto en el Epílogo y en un artículo “Sobre la persona”, publicado en la revista Arbor (Enero 1997). En el Epílogo de Ser y conducta del hombre sintetiza la radicalización en doce puntos, en el segundo en “Sobre la persona” lo hace en siete.

Dos preguntas importantes se plantea Pedro Laín: “¿Es posible construir una “antropología sin alma”, entendida ésta como principio de la realidad del el hombre “que cuerpo humano- más allá de lo que la teoría atómico-molecular dice de la materia?”. (Ser y conducta del hombre, p. 500). La respuesta implicaría un estudio de la realidad empírica del hombre y de su realidad constitutiva que efectúa Pedro Laín en Alma, cuerpo, persona. Pero de momento nos interesa resaltar las motivaciones que conducen a Laín para efectuar esta radicalización de la antropología de Zubiri.

En la intención de Pedro Laín está superar el dualismo, el materialismo tópico y el mero mentalismo y para realizarlo se ve forzado a radicalizar la antropología de Zubiri, muy diáfanamente nos lo dice: “Frente al dualismo, al materialismo tradicional y al mero mentalismo, y ampliando y radicalizando el pensamiento antropológico de Zubiri en Sobre el hombre y en Estructura dinámica de la realidad, he propuesto una concepción de la realidad del hombre susceptible de ser compendiada en los siguientes puntos”. (Ser y conducta del hombre, p. 502).

Los puntos compendiados son doce y en síntesis son:

1.    Para comprender adecuadamente la realidad es preciso examinarla desde dos puntos de vista: su aparición en el curso de la evolución del cosmos (desde el bing-bang) y el hecho de que la realidad sea una estructura dinámica.

2.    Adhesión a la concepción creacionista del origen del cosmos, una creación ex nihilo de la que la teoría del bing-bang es la forma científica más plausible. Responde a la concepción de Leibniz y Heidegger: “¿Por qué hay ser y no más bien nada?”.

                    3.  La realidad del cosmos no es una suma de materia y energía, desde la etapa cuántica, el cosmos es un dinamismo sucesiva y evolutivamente estructurado. Los niveles sucesivos de la evolución cósmica son: partículas elementales, átomos, moléculas, macromoléculas, protocélulas, organismos monocelulares y pluricelulares.

4.    La “materia” no es algo inerte y distinto de la energía, es dinamismo más o menos estable y diversamente configurado. Como Zubiri dice el cosmos es dinamismo evolutivamente estructurado en distintos niveles de complejidad.

   5. El dinamismo de una estructura (un virus, una bacteria) se manifiesta en sus propiedades: las correspondientes a lo que está siendo y las que está tendiendo a ser, a “dar de sí” según Zubiri. Por tanto las propiedades de una estructura pueden ser aditivas (el peso...), estructurales (actividades que ejecuta) y tendenciales o evolutivas (tienden a dar de sí “otra cosa” y que por imperativo del medio llegan a ser mutantes).

                    6. Las propiedades estructurales son nuevas respecto de las    correspondientes de los niveles evolutivos precedentes del dinamismo cósmico, irreductibles a ellas y no explicables por la adición o la combinación de las propiedades de cada una de las partes que componen la estructura, aunque de algún modo éstas queden integradas en aquellas.

    7.  La aparición de niveles estructurales nuevos en la evolución del cosmos (nacimiento de las aves a partir de los reptiles) resulta de la conjunción de dos momentos: una novedad importante en la relación especie-medio y la ocasional configuración del radical dinamismo cósmico que los pensadores medievales llamaron “causa segunda”.

                     8.  La aparición del género humano sobre la tierra dio lugar a la estructura “más elevada” del dinamismo cósmico: la realidad del hombre. Por selección natural individuos mutantes de la especie australopitecos dieron lugar a los primeros hombres, los integrantes de la especie Homo habilis.

                     9.  La realidad del hombre es una estructura en la evolución del dinamismo cósmico, todas las actividades del hombre unas preponderantemente orgánicas, como la digestión, otras preponderantemente psíquicas, como el pensamiento, deben ser consideradas propiedades estructurales de la global estructura dinámica.

10. En la total estructura dinámica del cuerpo humano hay subestructuras según la función que cumplen. Hay una que tiene una doble actividad, una la autorrealización y otra la relación con el mundo, estas dos actividades las realiza el cerebro. Es una estructura dinámica de un todo integrado por células, vías de comunicación, centros, áreas, circuitos, en y con el cerebro piensa, quiere y siente la persona humana. “Es mi cuerpo vivo el que piensa, quiere y siente”, escribió Unamuno en 1913. Mediante el cerebro como centro rector de las demás subestructuras del cuerpo es específica y personalmente humano el hombre.

11. La actividad del cerebro, cuando se está pensando, la neurofisiología actual lo detecta en la corteza cerebral no es causa de nuestra actividad psíquica, ni pábulo material para la transformación de las especies “sensibles” en las “especies inteligibles” es la actividad psíquica por si misma.

12. Apoyándose en todo lo anterior Laín propone “una concepción de la conciencia psicológica, la inteligencia humana, la proyección de la vida personal hacia el futuro y la aspiración del hombre a la trascendencia, con la que de un modo históricamente actual e intelectualmente aceptable intento superar la irreductible oposición tradicional entre el dualismo y el materialismo, en tanto que actitudes tópicas en la intelección de la realidad del hombre”. (Ser y conducta del hombre, p. 506).

Piensa Pedro Laín que su propuesta puede ser aceptada sin dificultad por las distintas mentalidades principales de la actualidad: la religiosa, la atea y la agnóstica.                                 

            Laín demuestra la compatibilidad de su teoría con el  cristianismo en su libro Alma, cuerpo, persona y considera que su antropología dinamicista es más convincente que las antropologías que defienden algunos teólogos.

   Esta radicalización zubiriana que hace Pedro Laín ha originado  polémica, sobre todo con los teólogos.

            En su artículo Sobre la persona en la revista Arbor (Enero 1997)  sintetiza esta radicalización de la antropología de Zubiri en siete puntos que muy esquemáticamente son estos:

 1. “Para mí, un Dios omnipotente creó el mundo ex nihilo, de la nada. Leibniz preguntó  “¿Por qué hay ser y no más bien nada?”, y  Heidegger ha repetido la pregunta. Pienso que la respuesta debe ser esta: “Porque en un acto de su divina voluntad, Dios quiso creadoramente que de la nada surgiese la realidad”. El mundo es ante todo criatura”.

2. “Dios, en uso de su potencia absoluta, omnipotente, pudo crear mundos distintos entre sí […] y desde luego éste en que vivimos, con arreglo a principios enteramente inaccesibles a nuestra razón. No fue así. Ordenando voluntariamente su infinita potencia de potentia Dei ordinata, dicen desde la Edad Media los teólogos, ha hecho que el cosmos sea en alguna medida cognoscible por nuestra razón. Principios y leyes de la naturaleza, llamamos nosotros a las consecuencias de tal ordenación.

Cosmológicamente entendidos, las teorías de la gravitación y los principios de la termodinámica son dos ejemplos de esa parcial inteligibilidad del cosmos ---sólo parcial, no total --- consecutiva a la divina ordinatio de su creación. Y como ellos, el concepto de evolución, cosmogónicamente entendido.

El cosmos creado por Dios, ¿tiene en sí un único modo de ser real? Para el hilemorfismo cristiano y para el dualismo cartesiano, no, porque en el ser del hombre, criatura cósmica, para uno y otro coinciden la materia y el espíritu. Por contraste, para el materialismo moderno ---desde La Mettrie hasta Haeckel, más aún, hasta la mayor parte de los materialistas de nuestro siglo --- sólo materia hay en el cosmos ---.

Pero mediante los recursos intelectuales de la teoría atómico-molecular de la materia, ¿pueden explicarse satisfactoriamente?

Indudablemente no.

En la historia de la concepción filosófica de la materia, Leibniz tuvo una idea genial: rompió resueltamente con la idea intuitiva y sustancial de ella y propuso concebirla como vis, fuerza; pero, movido por la idea mecánica de la vis vigente en su siglo y en su mente, mecánicamente interpretó las propiedades de los cuerpos materiales.

Un nuevo y decisivo paso ha sido la concepción de la materia cósmica como “dinamismo”. Apoyado  en los fabulosos avances de la microfísica y la astrofísica a lo largo de nuestro siglo, Zubiri ha afirmado taxativamente que la realidad última del cosmos es dinamismo. No afirma con ello que la realidad cósmica sea dinámica, tenga dinamismo, sino que es en sí misma dinamismo. Más allá de todo materialismo, el cosmos es primaria y originalmente un modo de la realidad esencialmente distinto del que llamamos “espíritu” y del que tópicamente llamamos “materia”, básico respecto de todas las formas cósmicas de la actividad de “dar de sí”, de producir algo distinto de ella”.

3.  “El cosmos no es radical y originariamente materia, es algo anterior a las distintas formas de ellas; algo que por evolución y estructuración se realiza según todos los modos de la realidad que nos ofrece el cosmos, desde la partícula elemental hasta el organismo humano.

Actualizando dos conceptos puestos en circulación en la Edad Media y luego muchas veces usados, puede decirse que el radical dinamismo cósmico es natura naturans, y que las diversas formas evolutivas de su concreta realización son, cada una a su modo, natura naturata”.

4.  “Para una cabal intelección científica y filosófica del cosmos, a los conceptos de dinamismo y de evolución hay que añadir otro, el de estructuración. Desde un comienzo no estructurado, el dinamismo cósmico va realizándose en estructuras  evolutivas cada vez más elevadas y complejas. Zubiri distingue taxativamente en  la evolución del cosmos los dinamismos de la variación, de la alteración, de la mismidad, de la suidad y de la convivencia, estos dos últimos específicamente correspondientes al nivel humano y personal de la estructura. Yo me he permitido añadir a esa serie el dinamismo de la concreción (paso del indiferenciado dinamismo originario a la existencia de partículas verdaderamente elementales, como el quark y el neutrino) y el de la estructuración (el conducente a los restantes y perdurable en todos ellos).

En cada nivel estructural, el dinamismo cósmico --- la natura naturans --- se actualiza de un modo siempre radicalmente nuevo respecto de todos los antecedentes, física y ontológicamente irreductible a ellos y, por consiguiente, dotado de posibilidades rigurosamente propias e inéditas”.

5.  “Surge el problema de poner en relación razonable la sucesiva estructuración evolutiva del dinamismo cósmico con la condición de criatura del universo en su conjunto, y en consecuencia con el acto de creación de que procede su realidad.

Para ello, el único recurso que veo es el resuelto desarrollo de una noción creada por los teólogos de la Edad Media, sin la cual no hubiese sido posible la incorporación de la physiología helénica al pensamiento cristiano, y por tanto la prehistoria de la ciencia moderna en los siglos XIV y XV, y no lo sería hoy la empresa de entender la actual cosmología en el marco de la creencia en el origen creacional de la realidad cósmica: la noción de causa segunda.

La causa primera de todo lo existente es, por supuesto, la omnipotencia creativa de Dios. Pero por voluntad divina, a la radical ordinatio de la realidad cósmica pertenece esencialmente el hecho de que cada uno de sus niveles evolutivos --- por tanto, cada una de las sucesivas y ascendentes estructuras de su también radical dinamismo --- sea capaz por sí misma de manifestar sus específicas propiedades estructurales y, dando de sí según el modo correspondiente a su nivel evolutivo, producir un nivel estructural superior a ella”.

                   6.“En el nivel actual de la ciencia, la apariencia de una especie

biológica nueva debe ser entendida a la luz de tres conceptos íntimamente conexos entre sí: azar, necesidad y teleonomía.

Por azar se reunieron entre sí las moléculas ---agua, sales, proteínas, ácidos nucleicos, etc. --- que dieron lugar a los primeros seres vivientes.

Ahora bien: una vez producido ese azar, es la necesidad la que impera.

Y en fin: contemplando a posteriori la serie de las estructuras dinámicas a que el curso de la evolución haya dado lugar, la mente del sabio podrá conjeturar, no más que conjeturar como creencia razonable, no por racional evidencia --- por ejemplo: que la evolución del cosmos está ordenada a la aparición de seres inteligentes, o que sólo absurdo puede ser para nosotros ese fin --- que tal plan o la total carencia de él sean reales.

El movimiento del universo no está internamente regido por la teleología, como afirmó la cosmología antigua, pero permite, y esto es su teleonomía, atribuirle un sentido más o menos razonable.

7. La aplicación de la idea de selección natural para explicar      causalmente la evolución de la biosfera, y con ella la causa    segunda por sí misma operante, es válida hasta la especie humana, mas no para dar razón del salto estructural del australopiteco al Homo Habilis. Así lo sugería el último escritos filosóficos de Zubiri, así lo ha afirmado más taxativamente Juan Pablo II y así lo sostiene Julián Marías.

       Como si la serie de novedades cualitativas que res de  todas las anteriores  formas de la vida animal, desde la hasta los  hominidos no humanos  --- proyectividad, historistoricidad, apertura a la trascendencia, intimidad, libertad, condición de animal de realidades, concepción del hombre como animal de realidades, concepción del hombre como imagen y semejanza de Dios, etc. ---, exigiesen la aparición de un modo nuevo de la causalidad cósmica y de un principio constitutivo, a la vez transnatural y transcósmico, para que la animalidad genérica se convirtiese en animalidad humana y personal.

Que ese salto biológico desde el australopiteco al Homo Habilis fue rigurosamente cualitativo, no  puede dudarse.

 

Algunas tesis importantes de Pedro Laín:

   El homo habilis tiene una marcha erecta, bipedestante, un mayor volumen craneal, fabrica piedras talladas. Pedro Laín ha señalado en un libro colectivo Nuestros orígenes: el universo, la vida, el hombre (1991) que: “esos hombres eran proyectivos, creadores,  humanamente sociales y capaces de progreso y de destrucción por tanto históricos”.

   Para Laín la materia no explica suficientemente el pensamiento y la libertad del hombre.

   Otra tesis  es que el sujeto agente de la melodía estructural y evolutiva del cosmos no es la materia, sino algo anterior a ella y más radical que es el dinamismo.

  También es importante su tesis: “Yo soy mi cuerpo”. “Esto es: yo soy, individualizada, una estructura dinámica producida en la evolución del cosmos por obra de una causa segunda específica   --- la que dio lugar a la aparición de la especie humana --- que para nombrar adecuadamente su individual realidad puede decir “yo””.

  El cuerpo para Laín es ese: ““alguien” a quien ser humanamente corporal concede su condición de tal “alguien”, su “ser persona””.

   Niega Pedro Laín en su última etapa que: “sea preciso admitir la existencia de un “alma espiritual”, para explicar aceptablemente que el hombre sea “imagen y semejanza de Dios y que su vida personal sea perdurable”.

  No niega la resurrección. Entiende que el hombre tiene una vida que perdura, no por naturaleza sino por concesión gratuita y misteriosa de Dios.  Concibe la muerte biológica del hombre como “muerte total” (Gaztod). Esta tesis ha tenido críticas por parte de la teología católica.

 

 

 

                                   



[1]   P. Laín Entralgo. Ser y conducta del hombre. Madrid 1996. Espasa-Calpe.